Por primera vez desde 2016, SpaceX no puede lanzar su principal vehículo de lanzamiento, el cohete Falcon 9.
Durante la misión Starlink 9-3, que se lanzó el 11 de julio desde la Base de la Fuerza Espacial en Vandenberg, la etapa superior del cohete parece haber sufrido una fuga de oxígeno líquido. Esto habría causado una falla total del segundo encendido del motor Merlin, lo que provocó que la compañía perdiera los 20 satélites Starlink debido al despliegue a una altitud demasiado baja.
La Administración Federal de Aviación (FAA) exige una investigación antes de que se permita que el cohete vuelva a volar. Con el lanzamiento de las misiones de astronautas Crew-9 y Polaris Dawn previamente programado para agosto, NASA, Viasat y otros clientes están observando de cerca el progreso de la investigación del percance y cuándo se aprobará a SpaceX para lanzar el Falcon 9 una vez más.
De momento, no se conocen oficialmente las causas de fuga de oxígeno. Es imposible no pensar en la posibilidad de un impacto con chatarra espacial, aunque con usos tan frecuentes, puede que simplemente se haya hecho realidad un defecto de fabricación de baja probabilidad. Al menos a esto último apuntan las declaraciones de Elon Musk comentando lo sucedido.
