Mientras SpaceX Starlink acaparaba los titulares, China ha estado avanzando de forma discreta pero rápida en ambiciosos programas que representan un cambio significativo en el panorama global de las comunicaciones espaciales.
Actualmente China trabaja en al menos tres constelaciones masivas, además de varias redes especializadas:
1. Guowang (国网) - El líder nacional
Guowang está supervisado por la empresa estatal China Satellite Network Group Co., Ltd., fundada en abril de 2021, y aspira a contar con unos 13 mil satélites. Tras un inicio lento, el impulso se ha acelerado drásticamente en 2025. Para noviembre de 2025, Guowang ha superado los 100 satélites en órbita, con nueve lanzamientos este año y seis en los últimos 30 días. La constelación constará de dos subredes: GW-A59, con alrededor de 6080 satélites, operará a la mitad de la altitud de GW-2, que contará a su vez con unos 6912 satélites orbitando a 1145 kilómetros altura. El rápido ritmo de despliegue sugiere que China está priorizando Guowang como su sistema insignia, respaldado por el gobierno, aunque cumplir con los plazos de la UIT sigue siendo un desafío.
2. Qianfan (千帆) / G60 Starlink: el ambicioso proyecto de Shanghái
Con cierta similitud con OneWeb, Qianfan comenzó como proyecto de lanzar 648 satélites para finales de 2025 como parte de los 1296 satélites de la primera fase. El diseño actual consta de más de 15 mil satélites de internet. Desafortunadamente, Qianfan se ha enfrentado importantes problemas técnicos.
Tras el despliegue, varios satélites comenzaron a desviarse de su destino orbital y no alcanzaron la órbita operativa. Telescopios terrestres revelaron que algunos satélites estaban dando tumbos en el espacio. Estos problemas han detenido los lanzamientos desde marzo 2025, aunque actualizaciones recientes de la Academia de Innovación para Microsatélites de China sugieren que podría faltar poco para nuevos lanzamientos.
A pesar de los contratiempos, Qianfan ha desplegado alrededor de 90 satélites de conectividad hasta la fecha, y hay indicios de que la producción ha continuado durante la pausa de lanzamiento, con posibles modernizaciones que solucionan los problemas técnicos.
3. Honghu-3 (鸿鹄-3) - El "caballo negro" del sector privado
El plan de la constelación Honghu-3 suma 10 mil satélites en 160 planos orbitales, presentado ante la UIT por Hongqing Technology. Lo que hace a Honghu-3 particularmente interesante es su modelo de negocio: Landspace Technology Corporation posee el 48% de Hongqing Technology, y los satélites Honghu-3 operarán en seis planos que van desde los 340 a los 550 km. similar a Starlink.
Esta integración vertical entre fabricación de cohetes y operacion de satélites refleja el enfoque de SpaceX. Landspace está desarrollando el lanzador de metano-oxígeno líquido reutilizable Zhuque-3, de acero inoxidable, capaz de transportar 21 toneladas a órbita baja terrestre cuando sea desechable.
4. Constelación Geespace/Geely: Enfoque en IoT comercial
A diferencia de las megaconstelaciones centradas en banda ancha, Geespace completó la Fase I de su despliegue con 64 satélites en órbita a partir de septiembre de 2025. La constelación, respaldada por Geely, adopta un enfoque estratégico diferente, centrándose en vehículos conectados, movilidad aérea urbana, servicios marítimos, energéticos y de emergencia, en lugar de competir directamente con Starlink o sus equivalentes.
La constelación puede dar servicio a hasta 20 millones de usuarios en todo el mundo, y el sistema soporta 340 millones de comunicaciones diarias. Pruebas de despliegue comercial en Omán alcanzaron una tasa de éxito de comunicación >99,% y una disponibilidad de red de casi 100%. La compañía ha establecido alianzas con operadores en más de 20 países de Oriente Medio, África, el Sudeste Asiático, Asia Central y Latinoamérica.
La oportunidad:
A pesar de desafíos técnicos y logísticos que aún necesitan resolverse y el evidente atraso que lleva respecto de occidente, debemos considerar que China está realizando inversiones sistemáticas y sustanciales en los sectores público, municipal y privado en relacion a este tema. La diversidad de enfoques —desde el programa nacional de Guowang hasta el sistema de Geely centrado en el IoT— sugiere una estrategia de cobertura que aprende de múltiples modelos simultáneamente, y como ya hemos observado en otras industrias, podría pasar poco tiempo hasta que los productos salidos de China alcancen y superen en rendimiento y eficiencia los ofrecimientos de occidente. De especial importancia, el ejemplo de la industria automotriz.
En particular, la entrada de las constelaciones satelitales chinas en Sudamérica y África representa un momento potencialmente transformador para las naciones no alineadas, atrapadas entre las esferas tecnológicas occidentales y chinas. Estas oportunidades van mucho más allá de la simple conectividad: involucran soberanía, desarrollo económico, posicionamiento geopolítico y cuestiones fundamentales sobre la propiedad de la infraestructura digital.
La ventaja regulatoria: Donde Starlink tropieza, China gana terreno
Starlink enfrenta obstáculos regulatorios en varios países, incluyendo Sudáfrica, donde su enfoque directo al cliente choca con las leyes locales que exigen que las empresas de telecomunicaciones tengan cierto nivel de propiedad en manos de grupos históricamente desfavorecidos.
Los proveedores chinos están mostrando flexibilidad. En Costa de Marfil, Burkina Faso, RD del Congo, Sudáfrica y Senegal, las empresas chinas están negociando activamente asociaciones que se alinean con los requisitos de propiedad local y las prioridades de desarrollo del gobierno, lo que podría permitirles accceso a estos mercados antes que Starlink.
Otras ventajas:
Accesibilidad financiera: A diferencia de los proveedores occidentales que exigen viabilidad comercial inicial, China ofrece financiación para el desarrollo a través de instituciones como el Banco EXIM y bancos de desarrollo.
Transferencia de tecnología: Las empresas chinas están aportando beneficios adicionales a los países en desarrollo mediante el establecimiento de centros de formación y programas de investigación y desarrollo. En lugar de ser simplemente clientes, los países socios obtienen capacidad técnica y desarrollo de la fuerza laboral, cruciales para la soberanía digital a largo plazo.
Centro de energía alternativa: Para los países que se mueven entre las esferas de influencia de Estados Unidos y China, los servicios satelitales chinos ofrecen una ventaja negociadora. SpaceSail ha estado entrando en mercados donde Elon Musk ha enfrentado fricciones y está en conversaciones con más de 30 países (SpaceNews). Esta competencia puede generar mejores condiciones por ambos lados.
Algunos desafios:
Soberanía de datos: La legislación china de ciberseguridad exige a las empresas chinas almacenar datos en servidores en China y someterse a las inspecciones de las autoridades. Para lpaíses preocupados por la vigilancia o la seguridad de los datos, esto crea dependencia de los sistemas chinos, potencialmente sujetos al aparato de inteligencia de Pekín.
Herramientas autoritarias: La misma infraestructura que proporciona conectividad puede facilitar el autoritarismo digital. Empresas tecnológicas chinas ya han ayudado a los gobiernos de otros países a desarrollar capacidades de vigilancia que podrían utilizarse contra grupos de la oposición, y Pekín ha impartido formación a los países interesados sobre cómo supervisar y censurar internet en tiempo real.
En consecuencia, las oportunidades que presenten estas constelaciones deben abordarse tomando en cuenta estas variables, se requerirá en cada territorio donde se desee crear acceso a mercado trabajar de cerca con expertos en los ámbitos técnicos y regulatorios para mitigar riesgos y alinear estrategias comerciales con las de los países. Cabe señalar que estas consideraciones también aplican para proveedores occidentales.
El enfoque más estratégico reconoce que la conectividad no es neutral. Cada red satelital, cada estación terrestre, cada decisión de enrutamiento refleja y refuerza relaciones geopolíticas particulares. Las naciones no alineadas pueden aprovechar la competencia entre proveedores chinos y occidentales para maximizar su soberanía y desarrollo con éxito, siempre que aborden estas decisiones con una comprensión clara tanto de las oportunidades y los costos.
Los próximos cinco años determinarán si la conectividad satelital se convierte en una herramienta para una verdadera soberanía digital o simplemente traslada la dependencia de una gran potencia a otra. Los países que gestionen esta transición con destreza, extrayendo el máximo valor y a la vez que protegen sus intereses fundamentales, emergerán con una infraestructura digital más sólida y resiliente. Aquellos que simplemente acepten la oferta inmediata más atractiva podrían verse atrapados en relaciones que limiten su futura libertad de acción.
