Un satélite de observación solar de la NASA se encuentra perfectamente operativo, pero no se puede usar porque la entidad apagó la infraestructura que permitía comunicarse con él.
El 12 de agosto de 1978, el International Earth-Sun Explorer-3 (ISEE-3) partió desde Cabo Cañaveral para estudiar los efectos del Sol en la Tierra.
Un precursor de la tecnología que se usa hoy para estudiar el Sol, ISEE-3 permitió observar el viento solar, eyecciones de materia coronal, llamaradas solares y campos magnéticos de nuestra estrella más cercana, además de sus efectos en el ambiente orbital, satélites, sistemas terrestres de comunicaciones y energía.
Por 5 años, el ISEE-3 hizo su trabajo, flotando en el espacio entre nuestro planeta y el Sol. Hasta que en 1983 NASA aprovechó la gravedad de la Luna para lanzar el satélite hacia una nueva órbita, que lo llevaría a dar la vuelta alrededor del Sol de manera un poco más veloz que la Tierra. Casi 31 años después, el satélite ha dado toda la vuelta y el 10 de agosto tendrá su mayor aproximación con nuestro planeta.
Curiosamente, el satélite se encuentra totalmente operativo, mucho más allá de lo que se esperaba originalmente, cuenta con combustble, instrumentos funcionando y lo más importante, es capaz de responder a comandos y podría ser utilizado para hacer nuevas mediciones.
Lamentablemente, la DSN (Deep Space Network) que tenía la posibilidad de emitir hacia este satélite, ya no cuenta con la tecnología capaz de hacerlo desde 1999. Nadie imaginó que el ISEE-3 seguiría disponible y ahora la NASA no tiene una manera de comandarlo y sacarle partido.
Más detalles en el Smithonian Magazine y en la página Facebook "ISEE3returns".
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