La ruptura del cable en las afueras de Moscú, perteneciente a la empresa proveedora Comcor, privó a Rusia del control de buena parte de sus satélites civiles, pero no de los militares porque las tropas de defensa aeroespacial usan canales de comunicación propios.
El accidente impidió a los técnicos del CCVE enviar comandos directos al segmento ruso de la Estación Espacial Internacional (ISS), por lo que tuvieron que usar canales estadounidenses, de manera que la la estación nunca estuvo fuera de control y sus tripulantes no corrieron peligro.
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