Con el Arsat-1 ya en un 80% de ocupación y el Arsat-2 con un 30% de su capacidad reservada, la agencia estatal argentina se propone un ambicioso plan para consolidar el liderazgo satelital en la región. El Plan Satelital Geoestacionario Argentino 2015-2035 prevé la fabricación de 8 nuevos satélites en 20 años.
Cuando en 2006 el gobierno de Néstor Kirchner creó la empresa estatal con el objetivo de proteger las posiciones orbitales asignadas por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT o en inglés ITU), ARSAT contaba con 50 empleados y algunas instalaciones heredadas de la empresa Nahuelsat. Hoy la entidad ha crecido hasta contar con unos 500 empleados y la infraestructura necesaria para coordinar tanto el funcionamiento de los dos satélites como la implementación de la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO), que pretende dar conectividad a todo el territorio argentino y ya lleva más de 30 mil kilómetros construidos y 12 mil operativos.
“Argentina es uno de los 10 países del mundo con capacidad para construir satélites y el único del hemisferio sur. Este tipo de desarrollos no se puede mirar en un plazo de cuatro años, en términos de un gobierno, porque los satélites viven 15 años en el espacio. Por eso, se plantea la necesidad de definir el desarrollo satelital como política de Estado. Se hizo una inversión muy grande en el desarrollo de la plataforma y dejar de construir satélites significaría perder todo ese conocimiento”, explicó Matías Bianchi, presidente de ARSAT, durante una rueda de prensa en la estación terrena de Benavídez.
Bianchi dijo que, con la puesta en órbita del ARSAT-2 se cerró el primer ciclo de objetivos cumplidos: conservar las posiciones orbitales 72° y 81°. Además, explicó que si bien a través de la posición orbital 72° es posible brindar servicios a toda América Latina, se decidió concentrar toda la potencia en el territorio argentino. “Fue una decisión política. Lo que nos planteamos es ‘vamos a cambiar las comunicaciones en el país’, porque los operadores privados suelen concentrar la mayor potencia en zonas urbanas y no cubren las que están menos densamente pobladas, dejándolas con una mala calidad de servicio”, señaló.
Los satélites casi idénticos ARSAT 1 y 2 cuentan con una potencia de unos 3,5 kW distribuidos en tres toneladas, un motor y dos tanques de combustible. 80% de esa energía se utilizó en los días posteriores al lanzamiento para llevar el satélite hasta la posición orbital a 36 mil km de altura. Una manera de hacer más eficiente ese combustible es cambiar la propulsión química por una eléctrica o híbrida, y hacia allí van los planes de la firma para los satélites futuros. “La idea es empezar a construir el primer satélite con propulsión eléctrica en 2020, quizás un poco antes”, estimó Bianchi.
En Benavídez, provincia de Buenos Aires, se encuentra la estación terrena de ARSAT. El predio cuenta con varios edificios, mucho verde y una cancha de fútbol. Pero en el paisaje predominan numerosas antenas satelitales y su interior opera este centro de control.
Trabajo en conjunto con países vecinos:
Finalmente, otro aspecto fundamental en los próximos pasos de ARSAT es lograr una mayor integración latinoamericana en el sector espacial. “En América Latina hay una gran necesidad de desarrollar la industria satelital. Tenemos países con geografías complejas y densidades de población altas, donde un satélite ayuda a achicar la brecha digital en zonas a las que no se puede llegar fácilmente con infraestructura terrestre”, remarcó Bianchi.
La mañana en que el ARSAT-2 iba a ser lanzado para ocupar la segunda órbita geoestacionaria reservada al país, Matías Bianchi firmó un acuerdo con la empresa lanzadora por el ARSAT-3, el tercer satélite de desarrollo argentino, hoy en etapa de diseño. Lo que no se difundió entonces es que esta iniciativa también pretende cumplir un rol en la consolidación de los vínculos regionales.
Argentina invitó a los embajadores de varios países latinoamericanos a una reunión en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería, para proponerles colaborar en el desarrollo satelital con insumos propios, a cambio de reservarles capacidad en el futuro ARSAT-3. Los delegados de Venezuela, Bolivia y Chile manifestaron su intención de participar, y con Chile ya se avanza en la definición de la colaboración, según contó Bianchi.
ARSAT 3 usará tecnología en banda Ka, que permite brindar un servicio con mayor ancho de banda usando antenas más pequeñas y de manera más económica.
Fuentes: Crónica, Universidad Nacional de San Martín, Infonews, Telecompaper y NASASpaceflight.
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