Como muestra del creciente rol que tiene en la defensa la "guerra electrónica" y específicamente la tecnología satelital, dos noticias para tomar en cuenta:
Si bien EEUU y Rusia cooperan ampliamente en el ámbito espacial, la relación entre ambas potencias no es todo color de rosas. La agencia espacial rusa Roscosmos ya experimenta sanciones impuestas por Washington; el Departamento de Estado prohibió la venta a Moscú de elementos para satélites. Según Ria Novosti La medida fue adoptada en junio del año pasado en respuesta a la negativa de Rusia de entregar al excolaborador de la CIA, Edward Snowden. Según el medio ruso esto afectaría la venta de elementos para el satélite Geo IK-2, con la posiblidad de extenderse a sistemas para los satélites de navegación GLONASS.
Más recientemente, Rusia denuncia que Ucrania habría intenado sabotear uno de sus satélites de comunicaciones. Según el Washington Free Beacon, el Miniterio Ruso de Communicaciones y Medios Masivos declaró a la agencia estatal ITAR-TASS que un ataque contra un satélite de televisión ruso se habría originado en Ucrania, violando la convención internacional de la ITU de 1992. Según la agencia Interfax, ucranianos habrían intentado alterar la órbita del satélite por medios electrónicos para provocar su destrucción en la atmósfera.
El especialista en materia espacial James Oberg opina que alguien podría haber alterado información para que los rusos crean eso, sin necesidad de alterar físicamennte el hardware, y que no hay precedentes de un ataque de esa naturaleza.
Independiente de si lo denunciado por las autoridades rusas es cierto o no, es indudable que hay satélites con roles mucho más importantes que la emisión de TV, y que los países que los operan deben redoblar esfuerzos por proteger sus sistemas satelitales. Todo sistema tiene vulnerabilidades, desde la simple interrupción de sus señales mediante transmisores en tierra hasta la intercepción por misiles, demostrada por China en enero del 2007.
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